martes, 5 de enero de 2016

Pedro Téllez-Girón, príncipe de Anglona (28)



Meyer, h. 1920. Laboratorio de Arte, 
Universidad de Sevilla.


Durante la década que comienza en 1830 se producen hechos de gran trascendencia en la Historia de España, acontecimientos que influirán en la vida del príncipe de Anglona, el hermano del X duque de Osuna cuya biografía es el motivo de esta serie de artículos.
El primero de estos acontecimientos es la publicación de la Pragmática Sanción de 1830, documento que invalidaba la Ley Sálica y, por tanto, permitía heredar la corona a una hija del Rey en caso de no haber tenido descendencia masculina, reforma que perjudicaba los intereses de don Carlos, principal candidato a la sucesión hasta entonces. Unos meses después, en octubre de 1830, viene al mundo la futura Isabel II, a la que seguirá Luisa Fernanda en la primavera de 1832. A mitad de septiembre de ese último año el estado de la salud del rey empeora gravemente. Su muerte parece muy próxima y delega el gobierno en su esposa. Una de sus primeras acciones como gobernadora en funciones es la concesión de una amnistía política (15 de octubre de 1832). Luego los acontecimientos se precipitan: el Rey fallece a finales de septiembre de 1833, el 18 de octubre se proclama Reina a Isabel y el 23 del mismo mes se concede «una segunda amnistía que abrirá el camino de los liberales al poder» (Consuelo Soldevilla Oria, El Exilio Español (1808-1975), Madrid, 2001; pág. 28).
Aunque pueda parecer insistir sobre los mismo, no creo que esté de más recordar la importancia a nivel nacional de la familia de nuestro príncipe de Anglona, a punto ya de poder volver al país después de casi diez años de exilio. A poco que repasemos las fichas relativas a estos años de la sección Documentos del archivo de Rodríguez Marín del ARCHIVO MUNICIPAL DE OSUNA, encontramos anotaciones relacionadas con los acontecimientos mencionados. Valgan estas dos como ejemplo:

«Dos oficios del Secretario del Ayuntamiento de Madrid á la Condesa Viuda de Benavente [se refiere a la madre de Anglona, viuda del IX duque de Osuna] pidiendo caballos, sillas y otros efectos, para asistir a la entrada de la reina María Cristina, y á la proclamación de Isabel II, actos dispuestos para el 11 de Diciembre de 1829 y el 18 de Octubre de 1833» (ref. 309-16)

y

«Dos cuentas de gastos hechos con motivo de la visita de SS. MM. sicilianas a la Alameda. Abril 1830» (ref. 511-8).

La expresión «SS. [Sus] MM. [Majestades] sicilianas» alude con toda seguridad a los nuevos suegros de Fernando VII, Francisco I de Nápoles y María Isabel, padres también de Luisa Carlota, cuñada del rey Fernando por dos veces ya que estaba casada con Francisco de Paula, hermano del monarca español. La complicación del parentesco va aún más lejos dado que el rey Fernando y su nueva suegra eran ambos hijos de Carlos IV. En palabras de José Luis Comellas,

«Se operaba una vez más la tan repetida consanguinidad de los Borbones, que hasta 1879 (boda de Alfonso XII con María Cristina de Habsburgo) habían constituido unos de los árboles genealógicos más autorreiterativos de la historia. Fernando VII iba a convertirse en esposo, tío y cuñado de su propia mujer»  
(Isabel II. Una reina y un reinado, Barcelona, 1999; pág. 21).

María Cristina había nacido en Palermo en 1806, por lo que Fernando dejaba a su muerte una viuda de veintisiete años y una heredera del trono que aún no había cumplido los tres. Es este el momento en el que Pedro de Alcántara Téllez-Girón, nuestro príncipe de Anglona, aparece de nuevo en escena, justo cuando el país está a punto de verse inmerso en una guerra civil entre los seguidores del pretendiente Carlos («carlistas») y los defensores de la reina niña y de la regente María Cristina («cristinos» o «isabelinos»). Esta será la primera de las guerras civiles que ha sufrido España en los últimos ciento ochenta ellas, todas ellas fruto del enfrentamiento físico entre los defensores de dos formas de ver la vida, dos posturas ideológicas opuestas que no por ello tienen que estar enfrentadas y ser irreconciliables: una conservadora y otra progresista. La sociedad española parece tener tendencia a la polarización, al encastillamiento en posturas inamovibles, y ha derramado la sangre del hermano demasiadas veces. 
No existe unanimidad sobre la amnistía que posibilitó el regreso de nuestro protagonista, la de 1832 o la del año siguiente. Sí sabemos con seguridad que ya estaba en nuestro país en noviembre de 1833, pues el 23 de ese mes toma el mando de la Capitanía General de Granada; así lo aseguran Gutiérrez Núñez y el marqués de Miraflores en sus obras citadas. También existe constancia de este nombramiento en la sección Documentos del archivo de Rodríguez Marín del ARCHIVO MUNICIPAL DE OSUNA:

«Carta de Salvador Linares de Taboada á la Condesa de Benavente, de enhorabuena por haber sido nombrado Capitán Gral. de Granada el Príncipe de Anglona. El Bosque. 27 de Nov.bre de 1833» (ref. 309-17).

La guerra civil, la Primera Guerra Carlista, ya había dado comienzo en el norte. En ella tomaría parte el general Luis Fernández de Córdova, cuyos restos reposan en el cementerio de Osuna gracias a Ignacio Cepeda y Alcalde (1816-1906), ursaonense de gran mérito al que se debe la fundación del primer Banco de Crédito Agrícola que conoció nuestro país. 

Espero que este articulito, cuyo contenido resulta un poco invertebrado y a veces denso como la melaza, sirva al menos de acicate para los futuros historiadores y enamorados de Osuna, pues son tantas las conexiones de la localidad sevillana con los principales acontecimientos de la Historia de España durante el siglo XIX, que un mayor desarrollo de ellas, y en las manos apropiadas, daría para varias obras sin duda interesantes. Los archivos y las hemerotecas les están esperando.  
(Continuará).

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